El vino como bebida alcohólica es sinónimo de todo un estilo de vida que comprende entretenimiento, lujo, sofisticación, gastronomía y turismo, pero, ¿fue siempre así? Al parecer no, y en ese proceso, las mujeres han aportado desde su perspectiva. Andrea Jure, enóloga y fundadora de Mujer Andina “El vino es para mí una expresión de la naturaleza, de un terruño particular. Con su propio clima y suelo, en una parte del mundo, de uno u otro modo, es la mezcla entre el arte y la biología, la ciencia de la mano de la persona que lo está haciendo. El vino es magia y pasión. Trabajar en esta industria es lo único que he hecho desde que salí de la universidad, y lo amo. Hoy en día, que tengo mi propio emprendimiento de espumantes chilenos, sigo aún más enamorada de la industria, porque nos representa como país, nos hace grandes, nos da identidad, nos da valor agregado a nuestro fantástico turismo con sus paisajes… yo amo mi país y lo que de él proviene… pero no podemos negar que ser mujer hace 20 años cuándo yo partí no era igual al presente. Había una marcada predominancia de agrónomos hombres v/s agrónomas mujeres; y esto sólo me puede hacer sentir orgullosa de lo que he aprendido, de lo que auténticamente siento por mi profesión y mi pasión. Porque en lo que hago vuelco mi personalidad, con todo el cariño que uno le puede poner a algo que quiere de verdad”.
María Paz Jiménez, productora ejecutiva de la guía de vinos Descorchados
“Mi trabajo consiste en darle vida a la guía de vinos más importante de Sudamérica,
‘Descorchados’. Trabajo junto al periodista y creador de la guía hace ya 13 años y hemos
hecho un buen trabajo de equipo. Estoy a cargo de todo lo ejecutivo, comercial,
organizacional. Él está a cargo de catar todos los vinos, ¿qué pega más terrible no? Aunque yo también lo acompaño, pero es él quién pone los puntajes de los vinos. En el mundo del vino hay muchas mujeres, eso es cierto, pero cuando yo empecé en el 1999 en la Revista Gourmand, éramos pocas. Hoy hay muchas con cargos importantes en la industria del vino y eso es excelente”.
Leonor Soza de la Carrera, sommelier chilena, actualmente en Uruguay “Para mí es una forma de vida, está presente en mi trabajo en servicio, educando o disfrutando una buena copa. Creo que el vino es cultura, ya que detrás de cada etiqueta hay historia, lugar y tradición. También creo que es una parte importante de la alimentación:
sabemos lo saludable que es el consumo de éste en forma moderada; y por supuesto, parte del goce, lo simple de compartir una buena copa. Muchas veces estamos acostumbrados a que ciertos cargos y profesiones históricamente hayan pertenecido a los hombres, y hoy está cambiando, lo que es importante. La mujer es muy necesaria, porque la sensibilidad y creatividad nuestra a nivel sensorial es distinta a la del hombre. Nosotras vamos a los detalles, y en un producto tan específico eso es importante. Por otro lado, en el 99% de los casos, al llevar la carta de vinos a una mesa, quien elige es el hombre. Pocas mujeres son decididas o no tienen miedo a preguntar, pero quiénes lo hacen incentivan a compartir una botella a la mesa, y por supuesto que toda comida se vuelve más agradable y distendida. ¡Sí, debo decir, que de a poco los hombres se abren a la recomendación de una sommelier, aunque puntualmente donde estoy, se dan cuenta que soy chilena y asumen que sé de vinos! Sea como sea, vamos por buen camino para ser protagonistas en la industria del vino”.
Marcela Chandía, enóloga fundadora de Chile diVino “El vino representa mi vida, lo que hago con el corazón y disfruto tomar. Las mujeres hacedoras de vino tenemos una especial sensibilidad y cuidamos los detalles, que es fundamental al hacer vinos. Los vinos tienen el carácter y estilo de quién los hace”.
Daniela Rojas, enóloga y gerente comercial de viña Lagar de Codegua “Llegué al Vino de manera fortuita, y hoy me costaría verme vinculada a otro rubro que no sea este. Inicialmente fue una opción de carrera universitaria, sin tener muy claro el rol que podría ejercer en el futuro, y así con el tiempo no sólo fue una profesión, sino que también mi oficio en el cual llevo trabajando cerca de 16 años. Hoy puedo decir que sumado a lo anterior el vino se convirtió en una pasión. Trabajar en este rubro me genera motivación, me incita a querer seguir aprendiendo y a seguir vinculándome a este. Hace años que el vino es parte de mi día a día, y junto a él he ido acumulando experiencias y buenos momentos que me acompañarán por siempre”.